Dano, el eslabón perdido del hip hop en español

Juan Facundo
10 min readFeb 18, 2021

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Perfil publicado en Silencio.com.ar en julio del 2020

En una disquería de Italia, cuando por fin se tomó vacaciones el año pasado, Dano revisó y revisó hasta encontrar un par de discos. Ya en España, en su casa de Madrid, en los 15 segundos de una historia de Instagram posó la púa sobre el vinilo y mostró una tapa negra, sin datos: “Esto es Color Humano II”, dijo mientras empezaba a sonar. “No es una edición oficial. Debe ser pirata o algo así”. Ahí mismo, sobre el disco del año 73 de la banda de Edelmiro Molinari, Rinaldo Rafanelli y Oscar Moro, se puso a rapear.

Hay varios Dano: el que hace beats, el realizador audiovisual, el diseñador, el productor, el rapero, el fanático de la ropa vintage, el que escribe. Todos y cada uno de ellos tienen sus talentos y sus méritos. Tal es así que, el que los reúne, Danilo Amerise Díaz, es señalado como uno de los artífices necesarios para la explosión de la escena del hip hop en España, un colaborador fundamental para el desarrollo de la cultura rap en Argentina y un puente constante entre ambos países. Allá, tiene su propia carrrera y trabajó con Nathy Peluso. De este lado del océano, Duki lo considera un referente y Dante Spinetta escucha sus canciones.

El sol rebota en el edificio frente al suyo y así se ilumina su departamento en el encierro madrileño. Dano toma un té mientras piensa en sus inicios con Ziontifik, la crew de hip hop a la vieja escuela a la que entró allá por el año 2003: “Yo no hubiera hecho nada de lo que hago, sonaría como sueno, ni rapearía como rapeo si no me hubiera rodeado de estos pibes”.

Dano es argentino, hijo de Mavi Díaz (Viudas E Hijas Del Roque Enroll) y nieto de Hugo Díaz (histórico armoniquista de folklore, tango y jazz), pero cuando era chico se mudó a Canarias con su madre, luego a Londres y finalmente a Madrid. “En mi casa siempre había música”, cuenta. “Un día escuchaba algo antiguo y dije: ‘Ah, ahí hay un loop’”. Lo pasé a la computadora, lo escuche y dije: ‘Ah, acá se puede rapear’”. Y ahí vas intentando”. Esas inquietudes musicales y el amor temprano por el R&B y el rap lo hicieron encontrar algunos aliados en la escuela y luego en la calle. “Los chicos me hicieron enfocar en cosas que ya sabía, pero empecé a centrarme puntualmente en eso, tratar de entenderlas. Al igual que nuestros viejos veían a grupos de rock y decían ‘Uy, me tengo que comprar una guitarra’, estos pibes veían las movidas y decían ‘¿Qué tenemos que hacer para llegar a eso?, ¿Qué tenemos que hacer para sonar así? Ok, estudiemos. Aprendé, andá para atrás en la historia. Estudiá cómo se empezó, cómo hacían los djs, cómo se hacían los loops con los breaks y cómo se pasa a un estudio, cómo entra el sample”.

Ziontifik nació y creció como un colectivo artístico multidisciplinario. Era una crew de hip hop como esas que miraban y admiraban de Nueva York, donde cada uno aportaba lo suyo. Unai le presentó a Kael, y ellos a Elio y así fue llegando el resto. Rodearse de gente como uno y compartir información fue la premisa. Eso, y la pulsión de querer ser los mejores. “Si vos sos rapper, en tu mente, sos el mejor. Si en tu mente no es así, retirate de esta movida. Evidentemente nunca podes decir que sos el mejor, porque si lo decís es que te lo creés, y si te lo crees estás mal. Y todos nosotros en nuestras mentes éramos los mejores, eso es lo que hace a una buena crew de rap”, dice Dano.

El aporte que hicieron como equipo en España fue principalmente una revolución audiovisual y una narrativa novedosa para vehiculizar su música. “Teníamos una búsqueda cinematográfica y, más que nada, unida a la mentalidad de no tener un mango y aún así ponerlo todo”, recuerda Dano. Con los miembros de la crew formaron Acqua Toffana, uno de los grupos de hip hop más emblemáticos de España. En 2019 se cumplieron 10 años de la salida de El Veneno, su primer disco, y lo celebraron con shows y el lanzamiento de Trofeos, un nuevo EP en el que Dano es el encargado de los beats. Entre certezas e intenciones, desde sus inicios, todos los que compartían lugar en Ziontifik sabían cómo y a qué le querían rapear. “Teníamos claro el tipo de rap que nos gustaba y que queríamos intentar hacerlo en castellano. Uno sincero con nosotros mismos. A mí me encanta hablar de la calle, pero nunca te voy a hablar de que tengo una pistola y mato gente porque nunca lo hice”, aclara. “Buscamos e intentamos no contar películas. Pero no es porque lo decidimos y éramos copados, sino porque los MCs que nos gustaban en Estados Unidos o en Francia hacían que nos metamos deep en el mundo de sus temas, las estructuras, la manera de decir, lo que estaban diciendo. El qué y el cómo”.

Dano, sin embargo, no siempre quiso dedicarse exclusivamente a la música. O sí, pero para lograrlo sabía que tenía que huir de ella. Con familia de músicos y artistas, sabía que pagar las cuentas con el arte era difícil. Fue así que decidió estudiar diseño. “Pero la música es mi vida, no iba a terminar haciendo otra cosa”, dice y se ríe. “Pensaba en tener un trabajo normal, un sueldo, 8 horas en una oficina y con esa plata ir armando mi equipo y mi estudio en casa. Con 17 o 18 años ya estaba haciendo música, pero el plan era principal era ese”. Sin esperarlo, en el último año de la carrera de diseño apareció un contrato discográfico y desapareció de la escuela.

Ahí nació realmente Dano. El Dano que hace beats, el realizador audiovisual, el que diseña, el productor, el rapero, el fanático de la ropa vintage, el que escribe.

Sobre su último disco, Istmo (2019), dice, con orgullo, que es el disco, como concepto y sensación, que quiso hacer toda su vida. “Por dedicarme a otros proyectos, por seguir creciendo en otras facetas, no tuve el tiempo o el coraje de lanzarme de esa manera”, cuenta. Lo cierto es que fue un proceso de 6 o 7 años en el que, al no estar sometido a los estándares de la industria, no tuvo que correr contra plazos ni ansiedades de otros. “Cuando trabajás con otra gente y más personas depositaron su trabajo, y por ende su esperanza o sus ideas, y vos tardás mucho se genera un conflicto. En este caso el problema era solo conmigo”. Esa falta de apuro y su oído minucioso le permitieron tomarse su tiempo. Eso y, también, entender los procesos de cada idea. “Haciendo una canción o un beat me pasa que a veces digo ‘todavía no estoy preparado para esto’ y lo dejo. Esa chispa de la magia del diggin, un sample o una idea de una letra, nunca se pierde, siempre está viva. Lo que cambia es tu manera de verla y aprovecharla. Entonces como lo vi y no lo pude hacer, lo olvido y sigo con otra cosa. ¡No! Guardálo y rescatalo en otro momento. Si la chispa, la llama, fue pura y después te trabaste en el proceso, por ahí lo que estaba mal, justamente, era el proceso”.

El disco sirve de bitácora de ideas, sensaciones y pensamientos para entender cómo Dano atravesó sus 20 y llegó a la crisis de los 30. Beats oscuros, letras grises y cuestionamientos personales. El lanzamiento fue acompañado también con una película que rodó en uno de sus viajes a Nueva York. “Creo que el disco te transmite unas emociones y la película le pone palabras e imágenes a eso”, dice. “De igual forma no es un disco conceptual. No soy yo contando una historia lineal o hablando de una persona como puede hacer Kendrick Lamar en Good Kid, M.A.A.D City, por ejemplo. Es un disco más de sentimientos, un vómito”.

Y esos aspectos de su carrera que Dano estuvo nutriendo son los que ahora puede ejercer dentro de la industria. Sigue haciendo beats, pero también produce, hace videos y es arreglista vocal. “Me encanta haber vivido el nacimiento de toda esta movida y la industria y haber aportado lo que aportamos para poder ejercer funciones actualmente de cosas que ya quería hacer con 18 o 20 años. Pero en ese entonces no había con quién”, dice. “Es una de las cosas que más me gusta y estoy haciendo ahora finalmente. Uno de los motivos por los cuales estoy más orgulloso de no haberme bajado del barco cuando la cosa se puso jodida, literal y metafóricamente”. Dano grabó el disco Magic Kids con T&K en 20015, trabajó con Nathy Peluso en La Sandunguera, grabó el video de “Goteo” de Duki en una de sus giras por España y viajó a Colombia para filmar “Esquina” de Cazzu. Es en esa misma película de su disco que en la introducción define al istmo como un pedazo de tierra que une otras dos. Y Dano, con su experiencia, su trabajo y su música, unió España con Argentina.

Creció afuera pero siempre volvió al país dos veces por año durante mucho tiempo. Fue así que pudo conservar a sus amigos de la infancia y a los pibes del barrio de Almagro, sin nunca dejar de enunciarse como argentino. Siempre volvió, hasta la crisis del 2001 y sus coletazos posteriores. Luego de eso, Dano no vino a Argentina por 6 años. Y cuando lo hizo, la escena de Buenos Aires no era como la recordaba. Antes de viajar, Felipe Pantone, el artista contemporáneo español argentino, le pasó un Tumblr y le sugirió chequearlo. Así fue que Dano dio con el Negro y con Corbeta Halcón, un colectivo artístico con gente de varios países y disciplinas, con grafitti y música entre otras. El Gordo pelota, el Negro, el Iván de Quilmes, Orco y Marcianos Crew, entre tantos otros, son algunos de los que salieron de allí. “Cuando llego me encuentro una ciudad distinta. El grafiti había revolucionado estéticamente mi percepción de la ciudad. Había tags, persianas pintadas. ¿Qué carajo pasó acá? Y empiezo a atar cabos. Corbeta Halcón está fundado por el Negro, un pibe argentino que vivió en España y volvió a Argentina. Allí trajo un montón de referencias e inspiración”.

Dano considera que el graffiti le dio impulsó a salir a la calle a una juventud que ya tenía internet. Así, la revolución estética y el estallido de las batallas de freestyle hicieron de Buenos Aires un gran caldo de cultivo que amplió, de forma exponencial esa escena de 400 o 500 personas (con los OGs, los papás de la movida, los breakers y los que pintaban trenes) a algo inmensamente masivo. En 2013, cuando vino a dar su primer show un en la Argentina, lo hizo en uno producido por un tal Alejo, de 15 años, hoy conocido nada menos que como Ysy A. “Ahí empecé a ver y entender un poco de lo que pasaba. Estaba el T&K y ya estaba Neo Pistea, que era el único en el trap y ahí dije: ‘Acá se viene algo groso’”.

Ese día, en el público, estaba Mauro, quien luego se transformaría en Duki. Hoy tienen una amistad y ambos se consideran hermanos. Dano cuenta que, en alguna noche de brindis, Duki le confesó que entendió que quería ser rapero al escucharlo cantar “American Hustle”. “Duko todo el tiempo me muestra amor. Todos, todo el tiempo. Me hacen sentir muy agradecido. Más que un reconocimiento lo veo como algo que a los rappers nos pasa cuando somos de un lugar donde el rap no es la música que manda. No creo que ellos, incluso cuando arrancaron, conocieran a muchos a los que les gustara esto en su cuadra. Entonces, cuando conocés a un rapper que te hizo sentir especial es como que querés decirle: ‘Yo te entendí. Nadie más alrededor está entendiendo esto, pero es increíble’. A mí me pasa cuando conozco a algún yankee que me gustaba. Con Dante Spinetta me pasa eso también. El día que lo conozca y podamos tomar unos vinos, yo sé que me va a odiar. Porque no me voy a callar por cuatro horas, me va a decir ‘Pibe, todo bien, me voy. Chau’. Yo considero que entendí qué quisieron hacer los Illya Kuryaki en el 97 cuando se fueron a Los Ángeles a hacer Dr. Dre con una orquesta y se lo tengo que decir. Entonces esa sensación es lo que veo que le pasa al Duko o a Ysy cuando estamos hablando borrachos y me dicen cualquier cosa”.

De hecho, en “Trofeos”, el tema que le da nombre al EP celebratorio de Acqua Toffana, Dano sampleó “Expedición al Klama Hama” de Illya Kuryaki & The Valderramas, y tuvo que llamar por teléfono a Dante para pedirle permiso. “Todo bien, hermano, es un honor. Me encanta tu música”, le dijo y no hubo problema. “Fue re buena onda. Me podría haber dicho cualquier cosa y fue re copado”, dice. “Ellos, Dante y Emmanuel, hicieron cosas por la movida y la música negra en Argentina en una época en la que prácticamente nadie más lo hacía. Sacando al reggae, claro”.

Ser reconocido o trabajar con artistas de Argentina es algo que Dano no imaginó. “Nunca pensé que iba a suceder lo que está ocurriendo. Nunca imaginé que iba a haber una escena como la que hay ahora. Es increíble. No lo puedo creer”, dice. “En esta cultura, lo único que hace falta es ganas y dedicarle tiempo. Nada más. Estudiar, hacerlo y divertirse”.

Y él lo hizo.

Se mantuvo en la cultura y logró unir, como un istmo, las escenas de España y Argentina. A Danilo Amerise Díaz, la nueva camada de raperos le demuestra agradecimiento, la vieja escuela lo respeta. Le agradecen y respetan por lo que hace e hizo Dano, el que hace beats, el realizador audiovisual, el diseñador, el productor, el rapero, el fanático de la ropa vintage, el que escribe.

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Juan Facundo

Periodista musical patagónico que vive en La Plata. Publicó en Rolling Stone, Silencio, elDiarioAr y más. Está en Mega 98.3